(Buenos Aires / Internet) -- Fue lógica pura. Y para dolor del público local. El gran favorito en el cuadro y en los papeles también lo fue en la cancha. Nicolás Almagro se coronó por primera vez en el torneo ATP de Buenos Aires, la actual Copa Claro, al derrumbar la ilusión del argentino Juan Ignacio Chela. Así se definió la tercera etapa de la gira latinoamericana sobre arcilla, que marcó el final del tour por Sudamérica.
En dos horas y cinco minutos, Almagro venció a Chela, el octavo cabeza de serie, por 6-3, 3-6 y 6-4 y frustró la esperanza de la gente, que pretendía volver a tener a un campeón dueño de casa, tras dos años con festejos españoles. Como Tommy Robredo en 2009 y Juan Carlos Ferrero en 2010, Almagro hizo doblete al coronarse en Costa do Sauípe (Brasil) y a la semana siguiente en la capital argentina.
Para Chela, que tuvo asistencia perfecta desde la vuelta del tenis grande a Buenos Aires, al jugar 11 años consecutivos, no fue el desenlace soñado. Nunca había podido arribar a la final y, si bien su derrota era previsible, por el presente y la solidez de su adversario, fue un duro golpe para él y para el público, que ocupó el 80% del tradicional estadio principal del Buenos Aires Lawn Tennis Club.
En un duelo de estilos y planteos desde la base, Almagro fue el que tuvo casi siempre la iniciativa en el set inicial, apoyado en su potencia y tiros pesados, en especial su letal derecha. Chela apostó a su contragolpe, a su velocidad y a tratar de ser paciente para intentar mantener la pelota en juego y provocar desesperación y apuro en el europeo, al que le gusta disputar puntos más rápidos y resolverlos en pocos intercambios.
Ese comienzo fue un monólogo del español, con escasa oposición del argentino, ex top-20 de la ATP. En el arranque se repartieron chances de quiebre y el que supo aprovechar su oportunidad fue Almagro, al romperle el servicio a Chela en el tercer game, magistral revés paralelo mediante, tras levantar un break en el juego previo.
En el sexto game fue el sudamericano el que quebró, pero como le ocurrió ante otro español, Albert Montañés, en los cuartos de final, no supo confirmar el rompimiento y acto seguido cedió su saque en el fatídico séptimo juego. Otro break en el noveno, gracias a su actitud ganadora y su mortífera derecha, le dio a Almagro el primer set y una ventaja que, por entonces, era muy clara.
Pero el panorama tuvo un cambio a partir del tercer game del segundo capítulo, cuando Chela, Nº 35 del mundo, empezó a sincronizar mejor sus contraataques y Almagro (13º) falló más de lo que lo había hecho en la apertura. El anfitrión consiguió un quiebre que le permitió tomar confianza, jugar más suelto y sentir, además, que tenía posibilidades de plantear un duelo algo más equilibrado, sin un notorio dominio del visitante.
Chela logró adelantarse un poquito en la lenta arcilla porteña y, si bien no se ubicó dentro del rectángulo de juego, pudo molestar más las embestidas del "torero" Almagro, el hombre de Murcia. En el sexto juego, el de Ciudad Evita se salvó de sufrir un break y quedar otra vez empatados, para adelantarse 4-2 y levantar al público de sus asientos. Ya era una historia distinta, no totalmente opuesta pero sí con una tónica diferente.
Como si fuera poco, el argentino rompió el servicio del campeón en el noveno juego y así puso las cosas a mano, con set por lado, con la gente gritando y aplaudiendo y dejando la ilusión abierta como parecía extraño en el comienzo del partido. Chela pretendía ser el nuevo rey de Buenos Aires, como antes lo había hecho, entre otros, Guillermo Coria, quien triunfó en 2004. El mismo Mago que entregó los premios y recibió una ovación de los espectadores.
Igualmente, la alegría le duró apenas un ratito a Chela, al público albiceleste y a los organizadores. Ya en el tercer game del decisivo set, como para dejar en claro su favoritismo, Almagro logró otro break. Y no fue el último. El español se adelantó 3-1 y allí parecía asunto sellado. Pero no. El dueño de casa quebró el servicio rival en el sexto juego, aunque volvió a padecer el "karma" del primer parcial, ya que cedió el suyo en el séptimo.
Así y todo, no fue sencillo el andar de Almagro, quien debió levantar una oportunidad de break en el octavo game. Chela pasó de la chance de 4-4 a estar 3-5, más contra las cuerdas que nunca. Mantuvo el local y, si bien levantó dos match-points, la tercera fue la vencida. Llegó el festejo a modo de desahogo del español y el lamento del argentino, que se multiplicó por algunos miles en las tribunas.
En semis, Chela había llegado a la marca de los 300 triunfos oficiales en singles en el circuito profesional. No consiguió quebrar esa barrera, en especial por la búsqueda constante de tiros potentes y precisos de Almagro. El europeo reconfirmó su status de candidato, terminó buscando, martillando y provocando huecos letales contra un Chela que se mostró luchador, que se tuvo fe para intentar la heroica pero que actualmente es menos que el campeón.
Así, Almagro amplió a 5-2 su ventaja personal sobre Chela, con el plus de que lo derrotó en los cuatro últimos choques, todos en tres parciales. El anterior antecedente se había registrado una semana antes, en las semifinales del certamen brasileño, también definido por 6-4 en el set final. Así, el español se adjudicó su noveno título de ATP y tiene una marca de 9-2 en definiciones, todas ellas sobre canchas lentas. Como si fuera poco, alcanzó sus 200 victorias en su trayectoria.
Para Chela fue la ratificación de que está por el camino correcto, que sigue por el buen camino en esta segunda etapa de su carrera, ya superados los 30 años y en busca de poder volver a ser, en algún momento, otra vez un top-20 del mundo. Quedó con una igualdad de 6-6 en finales de ATP y con el sabor agridulce porque su esperanza era poder gritar campeón por primera vez en su propia tierra.
En la premiación, Chela, con una leve sonrisa y mucha ironía, le dijo a Almagro que gracias por venir pero que en lo posible no venga más a Buenos Aires. Eso provocó las risas generales, hasta del propio español. Ellos se llevan muy bien y, de hecho, jugaron juntos en la prueba de dobles, donde siendo los segundos cabezas de serie perdieron en la segunda rueda, contra los posteriores ganadores de la corona.
Precisamente, el consuelo argentino fue a medias, por el triunfo en dobles de Leonardo Mayer, acompañado por el austríaco Oliver Marach. Ellos, sin figurar como preclasificados, superaron en el duelo definitorio a los brasileños André Sá y Franco Ferreiro por 7-6 (8-6) y 6-3. Eso, igual, estuvo lejos de coronar una gran semana de tenis de alto nivel, ya que el certamen individual es la gran reina, la principal atracción.